Comer bien en Los Ángeles

Siendo reportero viajé por muchos lugares del mundo y en casi todos esos lugares siempre encontré al menos un peruano. Pero en realidad, la mayoría de veces fueron varios los peruanos que siempre me recibieron con los brazos abiertos y con esas ganas locas de que sus familias los vieran por tele. Mandar saludos se convertía en una rutina casi obligada. Allí se acordaban del barrio, de los hijos, de los padres, de la trampa, de la vecina y hasta de sus mascotas. Había llegado un medio que los escuchaba, que se acordaba de ellos a miles de kilómetros de casa, lejos de ese terruño incomprendido llamado Perú. Dentro de esta especie de catarsis, salía siempre la pregunta chliché: Qué es lo que más extrañas del Perú? Muchos de mis interrogados, antes de responder que la familia, me decían que la comida. O ponían a la par familia y comida. Claro que varios priorizaban a sus seres queridos, pero creo yo que los ponían al mismo nivel de añoranza que nuestros deliciosos potajes. Y siempre yo me preguntaba si era para tanto semejante pleitesía a nuestra gastronomía. Hoy yo mismo me respondo que sí. Luego de tres semanas por estos lares e intentando adaptar sabores, mi Marujita querida (la nana de Tiziana) se rebeló y me hizo entender que un Ají de Gallina no se puede preparar con sweet peppers (algo así como pimientos dulces tipo ají, o sea cualquier cosa). Sucede que por pinta era lo más parecido a nuestro ají amarillo, pero de sabor era todo menos ají amarillo. Mi compadre y hermano del alma Miguel Ángel , quien vino de visita, ya me había traído esos sobrecitos salvadores de rocoto y ají de Alacena (acá en EEUU, tener eso es como un preso que tiene cigarros), “pero el ají tiene que ser natural” me había machacado Marujita. No me quedó mayor remedio que entrar a San Google. Y luego de algunos intentos fallidos lo encontré, se llama Catalina´s Market ubicado en 1070 N Western Ave, Los Angeles. Como buenos novatos y rebosantes de curiosidad fuimos todos al citado market. Sería cierto que habían ollucos allí??? Luego de 15 minutos llegamos a este barrio bastante latino. Me cuadré justo al frente, coloqué mis 50 centavos en el parquímetro y entramos. Para nosotros fue como en entrar a Disney. No solo ollucos, había ají amarillo, choclo de verdad, carapulcra, pasta de ají, emoliente, lúcuma, helados D’onofrio y todo o casi todo lo que hay en nuestro querido Perú. Maruja extasiada llenaba la carretilla y Alejandra, Tiziana y yo no salíamos de nuestro asombro. Tanto tiempo perdido y esta maravilla estaba a 15 minutos de la casa. Emocionados salimos embalados para nuestro hogar. No había tiempo que perder. Marujita se puso manos a la obra y en un par de horas teníamos frente a nosotros al mejor ají de gallina del mundo mundial. Como no podía ser de otra manera lo acompañamos con una Inca Kola heladita gracias a Catalina’s. No hay nada más que decir, la comida peruana no tiene punto de comparación con ninguna. Y las manos de amor de Marujita jamás podrán ser reemplazadas por nadie.